sábado, 30 de noviembre de 2013

Carta a la afición Vinotinto.


Puerto La Cruz, 29 de noviembre de 2013

Después de casi dos meses sin entrar en contacto con los diferentes medios de comunicación del país, como consecuencia de la culminación de las eliminatorias hacia la Mundial de Brasil 2014, quiero compartir públicamente algunos aspectos inherentes a mi responsabilidad como seleccionador nacional, cargo que he ocupado desde enero de 2008 hasta el presente.

He dicho de manera recurrente que siempre daré la cara ante cualquier circunstancia y creo oportuno ratificar esta premisa, ya que seguramente se han generado diversas conjeturas ante mi silencio sobre el tema , ampliamente debatido en los medios de comunicación, sobre si continúo o no asumiendo el cargo que he venido desempeñando.

Debo aclarar ante el país que el no haber hecho declaración alguna sobre este delicado aspecto ha sido única y exclusivamente por respetar los lapsos  acordados con la Federación Venezolana de Fútbol y, particularmente, con Rafael Esquivel, con quien siempre abordé todo lo concerniente a mi labor.

Antes de asumir el cargo de manera oficial, el 27 de diciembre de 2007, constituimos una mesa de trabajo con el cuerpo técnico, el presidente de la Federación Rafael Esquivel y Jesus García Regalado, con el propósito de establecer un plan a mediano y largo plazo, que fuimos ejecutando con resultados que el país conoce y que, como es de esperarse, sirven de referencia para el análisis y consideración de la prensa deportiva.

Lamentablemente, pese al inmenso esfuerzo de nuestros jugadores, el amplísimo apoyo de la Federación Venezolana de Fútbol y, más importante aun, el incondicional respaldo de todo el país, además de los errores que seguramente cometí, no pudimos alcanzar nuestro objetivo principal que era clasificar al Mundial de Brasil, algo que nos duele profundamente ya que sabíamos que de haberlo logrado le hubiésemos proporcionado una de las mayores alegrías a un país sumergido en una coyuntura social y política compleja y difícil.

Consciente de todo esto, siempre tuvimos la idea fija de que era un ciclo cumplido como lo manifesté públicamente hace algún tiempo y que superado el trance vivido nos tocaría emprender nuevos derroteros, no sin antes estar agradecido con quienes coadyuvaron a que este transitar por la selección fuese pletórico de alegrías, pero también de experiencias difíciles que, en su compendio, nos permite hoy amalgamar una mayor experiencia, que sin duda nos sirve de base para continuar en los senderos de la vida y del fútbol, nuestra gran pasión.

Quiero referirme a algunos aspectos puntuales. Culminado el partido ante Paraguay en San Cristóbal, mi decisión de apartarme de la dirección técnica era irrefutable. Así se lo comuniqué a Rafael Esquivel y a los jugadores después de la cena, donde sobraron las palabras y las muestras de afecto. Convencido como estoy que era un ciclo cumplido, expresé mi deseo de dar por culminada mi tarea al frente de la Vinotinto.

Esquivel, de manera reiterada, me pidió que lo pensara con calma y que me tomara un tiempo prudente, que su deseo era que siguiera en el cargo y que esperáramos la convención de la FVF prevista para el 28 y 29 de noviembre en Porlamar, en la cual se trataría mi caso. Igualmente algunos referentes del equipo, durante la conversación posterior al partido, se me acercaron para expresarme su solidaridad y deseo de que no renunciara.

Mi permanencia o no como seleccionador nacional nunca ha dependido de un contrato ni de cláusulas de rescisión, ni nada parecido. No existe contrato porque todo giró alrededor de un acuerdo verbal con el presidente de la Federación, quien cabalmente cumplió con lo acordado, por tanto he esperado pacientemente, tal y como lo solicitó el propio Esquivel, por la decisión de la FVF hasta el día de hoy.

Sin embargo, manifiesto mi sorpresa al enterarme a través de los medios de comunicación, que no será hasta el mes de enero cuando probablemente se discuta el tema de la dirección técnica.

Ante esta realidad, quiero expresar públicamente mi decisión irrevocable de renunciar al cargo de Seleccionador Nacional. Otro lapso de espera sería perjudicial para la propia selección.

Hasta el día de hoy he respetado el acuerdo verbal y he priorizado mi responsabilidad con el manejo de la selección, pero ante estas circunstancias a partir de este momento comenzaré a valorar las  propuestas de trabajo que han surgido.

Quiero dejar claro ante el país que desde el primero hasta el último día de labor, he compartido con un cuerpo técnico de elevadísima capacidad profesional. Nuestro esfuerzo estuvo centrado en el trabajo en equipo, con disciplina, dedicación y, sobre todo, pensando siempre en defender con dignidad los colores de nuestra bandera.

La Vinotinto es un motivo de orgullo para mí y fuente de mi pasión por ello me entregué sin reservas durante estos seis años a trabajar por la selección nacional, que espero mantenga su crecimiento en el tiempo. Y un reconocimiento especial a los jugadores que durante seis años formaron parte de este proceso, a todos, desde los capitanes hasta el menos experimentado, muchas gracias por su esfuerzo y sudar la camiseta con el orgullo de ser un Vinotinto.

Gracias a todos ustedes.



César Farías.













jueves, 28 de noviembre de 2013

Jorge Valdano: Me pareció interesante saber como convivía Farías


César Farías, entrenador de la selección de Venezuela, tenía fundadas posibilidades de disputar el Mundial de Brasil de 2014, y se encontraba muy presionado por la opinión pública, que le pedía la clasificación como si se tratara de una obligación y no de una gesta.


Empezar bien la fase clasificatoria aumentó la expectativa y la exigencia. No parecía justo, teniendo en cuenta la historia futbolística del país. Venezuela nunca se clasificó para un mundial. En todo caso, me pareció interesante saber como convivía Farías con esa presión, y en un café que compartimos en Madrid a comienzos de 2012 me confesó que no hacía nada para calmar esa demanda popular y mediática.

Al contrario, la veía positiva. Porque esa percepción popular empujaba a la selección hacia lo máximo, y de eso se trata cuando hablamos de alto rendimiento.

Pero la ambición es un desafío no solo ambiental, sino también interior. Gabriel García Márquez decía que cuando iba a escribir un artículo, lo hacía pensando que sería el mejor artículo que se había escrito nunca sobre el tema. A medida que el texto que iba creciendo, lo que decrecía era su expectativa, pero nunca su entusiasmo, porque aquella fuerte ambición inicial le había aportado suficiente aliento para, al menos, terminar el artículo de un modo brillante.

Los retos que hay que lanzarle a la ambición son cosa de los líderes. Cuando me tocó ser entrenador del Real Madrid, mandé un mensaje a los jugadores de la cantera. Aproveché una rueda de prensa para decirles "Las puertas del primer equipo no se abrían empujándolas, sino tirándolas abajo". Una manera como cualquier otra de invitarles a comerse el mundo.